Crónica de una muerte anunciada de García Márquez (2004)

En la novela Crónica de una muerte anunciada, escrita por el colombiano Gabriel García Márquez, se nos muestra una posición anti-clerical durante el desarrollo de esta excelente novela. El anticlericalismo es una crítica a la iglesia y el clérigo; en este caso, la iglesia católica colombiana. Históricamente, la iglesia ha sido una institución aliada con la clase alta principalmente por motivos económicos.

El obispo que estaba visitando el pueblo el día que mataron a Santiago Nasar, sólo iba al pueblo para cumplir sus funciones como funcionario de la iglesia. Sin embargo, a él no le importaba realmente el pueblo, ni la clase baja ni media. Ni siquiera se bajó del buque a ver la condición actual del pueblo y su indiferencia al no querer escuchar lo que las personas le tenían que decir. Su buque era nuevo, muy lujoso y amplio; lo que también demuestra la asociación a la clase alta y su estatus económico. El obispo era conocido por ser humilde y corrupto, incluso Ángela no quiso que él la casara con Bayardo en su visita al pueblo por su oposición a estas prácticas. Aunque la fiesta no tuvo la bendición del obispo, eso no le quitó fuerzas a la celebración. Cuando García Márquez decide no darle nombre al obispo está creando una generalización, debido a que lo que hacía el obispo pudo haber sido hecho por cualquier otro; él es el representante del liderazgo del clérigo.

El día del asesinato de Santiago, el hermano de Gabriel se cruzó con el Padre Carmen Amador, quien iba en sus ropas oficiales y acompañado por sus ayudantes. El padre representa al clérigo, pero el no es un líder del mismo modo que el obispo lo era. El había recibido el mensaje de advertencia de Clotilde Armenta mientras se preparaba para ir al pueblo y darle la bienvenida al obispo. Sin embargo él no hizo nada para prevenir la muerte de Santiago Nasa; se hizo el loco: "La verdad es que no supe qué hacer. Lo primero que pensé fue que no era un asunto mío sino de la autoridad civil" (pág. 113). Luego se le olvidó por completo con el único pretexto es que ese día llegaba el obispo. Esta escena crítica la indiferencia que tuvo el padre pues no hizo nada para prevenir la muerte de una persona por estar haciendo preparaciones protocolares para recibir al obispo. Lo primero que pensó era que no era su responsabilidad y no debía hacer nada para impedirlo.

Además, el Padre Amador les dice a los asesinos Vicario que al ser un asesinato causado por la defensa de la honra, son inocentes ante Dios, aunque quizás sean culpables ante los hombres (pág. 80). Esto es poco convincente ya que según la iglesia, el único con la autoridad de juzgar es Dios y no los hombres; y en este caso se contradice. El Padre Amador fue también el que le hizo la autopsia a Santiago: "fue como si lo hubiéramos vuelto a matarlo después de muerto" (pág. 116). El no se había graduado de medicina, pero había hecho algunos estudios de medicina, pero le tocó hacer este procedimiento debido a la ausencia del Doctor Dionisio Iguarán. Esta acción nos demuestra que a pesar de la falta de experiencia, el prosiguió. Del mismo modo, pudiese haber sido con algo relacionado con la iglesia que él tuviese que hacer por la ausencia de uno de sus superiores.

Finalmente, según el Padre Amador, "Santiago Nasar tenía una inteligencia superior y un porvenir brillante" (pág 122). Pero en sus apuntes escribió que Santiago tenía mal curada una hepatitis, por lo que le quedaba poco tiempo de vida. Iba a morir de cualquier forma aunque los hermanos Vicario no lo hubiesen asesinado, lo que para él era una justificación de lo que habían hecho los asesinos de puercos. Primero fue indiferente a la muerte de Santiago, y ahora estaba del lado de los Vicario. Sin embargo, algo que le puede llamar la atención al lector es el hecho que económicamente Santiago era más afluente, por lo que se le pudiese haber asociado más con la iglesia que con los Vicario.

El anticlericalismo se puede ver también reflejado en otras novelas de García Márquez como La mala hora y la reconocida novela Cien años de soledad. Pero esta perspectiva de la iglesia también es posible encontrarla en las novelas y textos de otros escritores latinoamericanos como Los de abajo escrito por Mariano Azuela, y Las buenas conciencias de Carlos Fuentes. Esto es debido a que en Hispanoamérica la evolución del clero ha sido diferente comparado con otras regiones y continentes; tales como la asociación con la clase alta por motivos económicos. Aunque podemos encontrar muchos aspectos anticlericales en esta excelente novela de García Márquez, todas las críticas que su autor le hace a este grupo de la sociedad son muy sutiles y formales. La displicencia del autor contra el clero también hace la novela mucho más realista y entretenida al introducir aspectos que le dan un aspecto humorístico e irónico pero también representan una crítica constructiva a una clase manipulada muchas veces por la clase alta y la burguesía.